El papiro se fabricaba con el tallo de unas plantas que crecían en la orilla del Nilo. Primero se quitaba la corteza y se cortaban en laminas muy finitas que había que colocar primero en vertical y enseguida poner otra capa en horizontal. Las dos capas quedaban unidas por un jugo que soltaban y golpeando con una maza para después dejarlo durante unos días con mucho peso encima como si fuese una prensa. Por último cuando ya habían pasado esos días, se alisaban con una piedra, se recortaban los bordes y se unían para hacer rollos.
Además de servir para la producción del papiro de escritura, los tallos de la planta se utilizaban también en la fabricación de embarcaciones, esteras, cuerdas, zapatos, velas de barcos, vestidos de corteza, etc.
La parte inferior del tallo era comestible, masticándolo para sacarle el jugo y desechando la fibra.
También se usaba como mecha de cirios y en lámparas de aceite.
Con su raíz se preparaban medicinas y perfumes, a la vez que, una vez secas, servían como combustible.
La producción del papiro sólo se realizaba en Egipto, y de allí se exportaba al mundo Mediterráneo, todo ello controlado por el estado.
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